De política, dinero y complicidades

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Ubiquémonos en año electoral, el que usted guste. Un joven que pertenece a un partido político de aquellos en los que hay elecciones internas manifiesta su deseo de competir en busca de una candidatura a un puesto de elección popular. ¿Sobre qué le preguntan los mayores? No sobre su plan o propuesta. “Esta elección requiere de, cuando menos, 10 millones de pesos. ¿Los tienes?”.

Quizás ese joven pensaba en llegarle a los suyos por medios alternativos, con una campaña austera pero rica en propuesta, pero se topa con una respuesta demoledora del ánimo de aquellos quienes no provienen de una familia acaudalada y que no desean hacer negocios al margen de la ley. Con una expresión que abre la puerta a justificar todo tipo de corrupción y complicidades.

Hoy buena parte de quienes están en los más altos liderazgos de los partidos políticos y el gobierno creen que es imposible ganar una elección si no es con una buena cantidad de dinero. Paradigma que incluso permea de manera inconsciente en la sociedad, a través de expresiones tales como “uy, no creo que gane, casi ni trae anuncios ni espectaculares”.

Ese pensamiento, que forma parte de los “usos y costumbres” de la política mexicana, es causa directa y principal de muchos de los problemas que hoy vive nuestro país. Desde la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, pasando por la #CasaBlancaDeEPN, hasta un sinnúmero de gobiernos endeudados y/o asociados con intereses privados y/o criminales, la constante no es ya mayoritariamente la ambición de los individuos por obtener dinero para sí, sino la necesidad de contar con él y gastarlo en campaña para poder aspirar a una responsabilidad pública.

Dicho círculo vicioso es el que arroja como resultados la utilización irresponsable de los recursos de las siguientes generaciones en Veracruz, la colusión y/o sometimiento del Ayuntamiento al crimen organizado en Iguala, la adquisición de una casa con condiciones –por lo menos- sospechosas en Las Lomas, y una democracia (oposición) que no funciona, como lo dice Leo Zuckermann en su columna de Excelsior del pasado Jueves 20 de Noviembre.

Ciudadanos y partidos debemos darnos cuenta que seguir pensando así solo agravará la situación. Que optar en una elección interna o en una constitucional por quien más dinero gaste es muy probablemente fomentar que lleguen a puestos de responsabilidades personas que tendrán que cometer delitos en nuestro perjuicio para pagar esa deuda, de una u otra manera.

Una sociedad civil participativa y cansada de este tipo de componendas está despertando, y los partidos y políticos que no comprendan sus demandas, seguramente se quedarán fuera del juego en el corto o mediano plazo.

Hagamos pues conciencia y corrijamos los incentivos. No permitamos que nuestro voto sea el que termine por elegir a quien va a robarnos, secuestrarnos o asesinarnos. Un político pobre NO es un pobre político.

Marco Antonio @MtzGuerrero es jarocho, licenciado en derecho por la Universidad Cristóbal Colón, ex-Coordinador Nacional de Comunicación de Acción Juvenil y experto en Social Media y Aplicaciones Web. “El Ave Canta” toma su nombre de aquel famoso verso de Salvador Díaz Mirón: “el ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas”. Consulta más columnas enhttp://www.marcomartinez.org

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